Antonio Castor: pintor
“A mi madre, que siempre me ayudó para ser pintor”
“A mi hermano Javier, que por él hice el libro”
Con estas dedicatorias comienza Reposiciones, el libro y dossier del pintor Antonio Castor Saiz Monedero, publicado en el año 2017 con una tirada de solo 50 copias. Se trata de un compilado de 96 obras figurativas y abstractas en color y blanco y negro, abarcando una amplia variedad de técnicas mixtas como acrílico, tinta china, ceras, grafito, mosaicos y masilla sintética.
Es un soleado domingo de invierno y, como todos los fines de semana, la gente aprovecha para caminar tranquilamente por el Paseo del Prado. Justo frente al museo, varios artistas locales instalan sus puestos para exhibir y vender sus obras. Entre ellos se encuentra Antonio, ya preparado para otra jornada de trabajo. Vistiendo un saco bordó y acompañado de su libro y sus pinturas, observa expectante el pasar de los transeúntes.
Entre su obra encontramos retratos, paisajes, naturalezas muertas y abstracciones. Sin embargo, llama la atención la presencia predominante de la figura femenina, uno de los temas más importantes de su trabajo: “El motivo que más me inspira siempre ha sido la mujer. La Virgen María, mi madre. He tenido 2 esposas. Ahora no tengo porque hace 2 años mi última pareja falleció de cáncer. Pero la presencia de la mujer en mi obra es muy constante. Hago caras figurativas de mujeres, composiciones de dos, tres, cuatro, cinco. Es algo que siempre me ha gustado. Tengo 3 hermanas así que la mujer siempre está presente en mi vida.”
Y no solo son figuras humanas las que hallamos en sus pinturas; también encuentra inspiración en animales, como jirafas y pingüinos: “Para mí la jirafa representa un poco la espiritualidad, por la altura. Y los pingüinos son el contraste, el ying y el yang.”
Oriundo de la ciudad de Cuenca, Antonio Castor lleva 45 años pintando. Empezó por su cuenta estudiando arte figurativo. En 1980 se inscribió en una escuela privada, donde tomó clases con una profesora de pintura, y luego asistió 14 años al Círculo de Bellas Artes para realizar prácticas. Hace aproximadamente 23 años que vende su obra frente al Museo del Prado, con clientes nacionales e internacionales e incluso algunos famosos que recuerda con simpatía, como el actor norteamericano David Carradine. Hoy sigue perfeccionándose de forma autodidacta desde el taller que montó en su casa, en la que vive con su hermano.
Su proceso de creación suele ser bastante rápido, aunque muchas veces revisa sus trabajos años después de creados, agregándoles colores y detalles. Comienza sus investigaciones en blanco y negro para luego ir pasándolas a color cuando la obra se lo pide. Aparte de sus temáticas habituales, lo inspira la música: “Mi primera pasión es la pintura, pero mi segunda pasión es la música. Por mi forma de vivir y mi tiempo libre, escucho mucha música. Funk, reggae, rock and roll, electrónica. Me tiro 8 o 10 horas en casa pintando. Y cuando no pinto descanso escuchando música. Y me relaja.”
Con respecto a cómo la pandemia afectó su trabajo, cuenta: “He hecho muchas obras focalizadas sobre el tema. Tengo unas siete, ocho obras de lienzos, cuadros grandes con frases. Por ejemplo ‘guarde la distancia’ o ‘quédate en casa’. La verdad que en la pandemia he estado pintando muchísimo. Mi hermano me ayuda porque no tengo ingresos; me compró cartulinas, material, acrílico y eso. Así que he hecho mucha producción. Ahora que ya casi no me queda material y que no dispongo de medios, tendré que descansar hasta que me vaya recuperando.”
Para apoyar la obra de Antonio, se lo puede encontrar todos los días de 12.30 a 14.30 frente al Museo del Prado.